Cansancio
Hacía un sol insoportable, me quemaba
la piel, así que saqué el paragua y traté de que me cubriera, pero no
funcionaría porque mis pies ardían en bolas de fuego, me resigné al ardor y
seguí observando la asamblea, era la segunda que teníamos pero nada salía nunca
de ellas –solo algo de decepción quizás- sostuve el paraguas, estaba segura que
de la nada se ocultaría el sol y caería un chaparrón, la ciudad era una bipolar
adolescente en esos casos, pero salíamos con el equipo adecuado, lo entendías cuando
llegabas y te mojabas o te morías de frío, o te resfriabas, tenía un año aquí,
yo había aprendido la lección. Un profesor pasó al frente, tenía los ojos
cansados –últimamente todos lucían así- y recitó su discurso acerca de la
difícil situación con el gobierno, todos teníamos una situación difícil con ese
asqueroso sistema corrupto, pero si lo decíamos teníamos muy pocas
oportunidades –no es como si sus partidarios del pueblo obtuvieran algo de
ayuda extra, solo que eran felices con su sarna- de llegar a ser importantes,
seguro que el decano había lamido algunas botas antes de obtener el puesto, se
veía tranquilo en un silla simple y con su maletín, escondido en las sombras.
Me dolió en el pecho la protesta, luego una jovencita tomó la palabra y estremeció
a la multitud con su volátil discurso, no tenía pelos en la lengua –aunque
estoy segura de que nadie los tiene- recitó un lema y los demás estudiantes
cantaron con ella, se veían animados por un segundo, incluso los profesores que
necesitaban la ayuda del estudiante, pero para nosotros también era difícil,
habíamos perdido mucha fuerza –en mi opinión no la había visto una sola vez- y
le teníamos miedo a todo, resoplé por lo bajo para que nadie se diera cuenta de
mi estado, Ness a mi izquierda, Jessica a mi derecha, pero las tres sentíamos
los mismo, lo veía en los ojos. Tragué con fuerza antes de ver a una compañera
de cabello castaño pasar en frente de nosotros, sabía que tenía tiempo
sufriendo con las medidas de la universidad, con el presupuesto, y ella se veía
triste, cansada como un profesor, me negué a mirarla de nuevo y me concentré en
mis pies quemándose.
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